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alegrarse con la anciana que va a ser madre. El caso es que al encontrarse se desviven por ponderarse; y hasta el hijo que bulle en su seno, hace extraños ejercicios corporales. O sea, que baila de emoción. No pasarán más de 30 años cuando sienta otra emoción: bautizar a este que llega a bendecirlo con la presencia de su madre María. La lucha por salvar las vidas en peligro de aborto es titánica. Para que una mujer llegue a liquidar a un posible hijo tiene que estar en situación límite. Y nadie puede lapidarla. Hay que decirle con Jesús "no te condeno, no lo hagas más y vete en paz". Estamos en el año de la fe y le dice la anciana a María: dichosa tú porque has creído. Una vez una señora en muy mala situación eliminó al feto. Y enseguida sintió tal pena, que por más de 60 años no tuvo alegría alguna. hasta que yo le dijo: Hija mía estás perdonada. Vete en paz". No valen regaños ni condenas: vete en paz, que yo presiento que jamás volverás a hacerlo. Esa criatura ha de estar entre los ángeles de Dios. Unidos a las alegrías maternales de María y de Isabel, proclamamos la FE: Creo en Dios. *** Domingo de sagrada Familia, León, 30 de Diciembre de 2012. l. Ecle.3, 2-6.12-14 La familia ha sido siempre motivo de controversia. Los bienes y los males de las personas se achacan a la herencia. Lo que se hereda de los padres, que no es solo economía, sino desarrollo, autoestima, civilidad, conoc1m1entos, capacidades, inconformismo con la suerte o con la fatalidad, en una palabra FE EN LOS 269
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