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II Heb. 10,5-10. Una verdad que proclama la maravillosa carta a los Hebreos es que los sacrificios materiales, de animales y personas destruidas en honor a Dios quedarán abolidos. Quedando como único sacrificio el cumplir con cuerpo y alma la voluntad de Dios, Añade el texto una verdad que hemos de agradecer infinitamente: el único sacrificio corporal lo hizo Jesús en su persona, y ese solo sacrificio nos santifica a todos. Yo digo a algunos de Uds., cuando se confiesan: ¿usted no hace milagros? O Ud. es una santo o santa. Esto extraña y afirman que de eso nada. Yo replico: pues sepa que su cumplimiento con la misa, con la confesión, con el trabajo, con la familia, es un rosario de santidad. No le hace falta extenuar el cuerpo con mortificaciones que luego llevan a uno al hospital o al cementerio. La salud es sagrada, y debe ser cuidada y liberada de barbaridades. Mueren en Europa más de cien mil personas por fumar exageradamente, y tantas o más por drogadicción. Esa aniquilación corporal y moral no la quiere ningún Dios que tenga sentido de sí mismo. La única aniquilación la padeció Jesús y lo permitió para demostrar lo que cuesta cumplir con el deber hasta la muerte. Pero no quiere que nos aniquilemos por imitarlo. Yo soy la vida, dice el Señor. III. Luc. 1, 39-45 Supongo que las mujeres que sienten que van a ser madres lo comunican enseguida a las otras que lo han sido. Y reciben consejos, ánimos o reprimendas por haber quedado embarazadas. Pues miremos: María, al saber lo que le pasa porque el ángel le pone como prueba el embarazo de su prima Isabel, María sale corriendo a ver si es cierto, y teniendo ya la certeza, 268

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