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valores. Es necesario que estemos alegres para que Dios también lo esté. Se me ocurre que cuando Jesús favorecía al alguien saltaría de felicidad. La gente gritaba: El señor está con nosotros y favorece a su pueblo. San Pablo nos insiste en crear alegría sana orando, y celebrando la Cena del Señor. Nosotros estamos en estos minutos celebrando y orando. Y anhelamos tener una paz verdadera, la de Dios, que supera toda ponderación, porque custodia nuestros corazones y pensamientos mediante Jesús, el Hijo. Sin privamos de lo que se pueda gozar sanamente de las cosas, abundamos en el gozo espiritual de la presencia y del sacramento de Jesús, en la Iglesia. III. Luc. 3,10-18 Así como los que escuchaban a Juan Bautista preguntaban por las consecuencias o compromisos de aquel bautismo, eso lo hacemos nosotros con más conocimiento. ¿Estemos ya perdonados o en camino, esa pregunta es acuciante: qué tengo que hacer? Y contesta Juan: comerciantes, soldados, recaudadores, militares cumplir en conciencia, evitando todo exceso. O sea que la salvación que buscamos nos espera en todo lugar y momento. Probablemente añadió Juan la gran obligación, que ya marca el primer mandamiento:" y proceded por amor a Dios y respeto al prójimo: porque todo exceso es pecado contra algún prójimo". A la gente le parecía muy bueno este hombre y pensaban si no sería el Mesías. Porque siempre que encontramos a personas ejemplares barruntamos que son presencia de Dios. Pero ya dice Juan: Yo no soy ese que esperáis, pero está cerca el que os bautizará con el Espíritu Santo y fuego. El fuego que acompaña al Espíritu santo es la preocupación por ser testimonio y ser catequista, promotores de la Fe en algún prójimo que 266

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