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Señor se adelantaba a exigir que los montes se allanasen y las honduras se elevasen para que su pueblo regresara para vivir en la Paz de la justicia y en la Gloria de la piedad. O sea en paz con todos y con Dios. Se trata de una profecía simbólica, que habrá de cumplirse en cada pueblo y en cada persona que busque salvación. Los textos tienen valor como testigos de la historia del Pueblo de Dios, pero son muy aplicables al nuevo Israel que somos nosotros. Paz en la justicia. Estamos rodeados de anhelos de paz esperando no se nos exija demasiado. Y que la relación religiosa con Dios, por Cristo y en la Iglesia no nos obligue demasiado, porque los tiempos que corren nos ofrecen muchos portentos de los dioses modernos. Tenemos que intentar purificamos constantemente de modo que nos sintamos en Nuestra Jerusalén personal, que es la conciencia tranquila, con alegría sana. II. Filip. 1,4-6. 8-10 Esto lo repite San Pablo, que tenía la seguridad de que el regreso de Cristo estaba al llegar. Por eso reza por quienes él ama por ser colaboradores en el apostolado y en la fe. Llama él cultivo de VALORES. Esta palabra VALORES está hoy en boca de cuantos anhelan una educación sólida, límpida y cristalina. Pero que no se deba a los adversarios políticos sino a la propia inventiva. La vida, la honra, el conocimiento, la salud, el progreso, son valores de siempre. Los Valores cristianos son el fundamento de todas las expectativas y esperanzas. Pero hay odios v1eJos contra las denominaciones cristianas. Ya decía el himno de las jóvenes de los tiempos del comunismo feroz: Ni en Dios, ni en reyes, ni en virtudes, está el progreso redentor, nosotros mismos lo lograremos con el esfuerzo 263

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