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Domingos C, adviento 2012. Inmaculada. I. Se me ocurre que todos nosotros, y los que hoy corren buscando distracciones y alegrías o liberaciones, todos buscamos ser más, realizamos más. Sentimos realizados más allá del programa que otros nos señalen. Ese afán es tan antiguo como la especie humana. Incluso hubo ángeles que aspiraban a superar el plan de Dios. Y alguno de ellos hizo que los primeros padres se encapricharan de una pequeña alegría y se deterioraron fatalmente. Eso nos ha quedado impreso en la mente de generación en generación, y lo que nos mantiene en perpetua zozobra de poder caer en rebeldía contra lo que nos dicen que es plan de Dios. De todas maneras bien será recordar que nuestra condición de por sí no es pecadora, sino temeraria porque llevan más el ojo que el botijo. Nuestra condición científica es de animales racionales llenos de inconformidad con lo que nos toca de los tesoros de la creación. De esas ansias exageradas estuvo libre María, como están libres todos los que llegan a un grado de entusiasmo por el Señor y sus planes, que les es casi imposible tomar manzanas prohibidas. Eso podría llamarse estar inmaculados o sea carentes de mal, o mejor llenos de gracia que es lo que importa. María es llena de gracia. Por eso todos estamos enamorados de ella y la invocamos con palabras y pensamientos sublimes. Si Gabriel la saludó llena de gracia, Isabel la profetizó como "bendita entre todas las mujeres". Estas expresiones resuenan a diario en el inmenso mundo, en lenguas distintas, pero todas llenas de emoción. 260

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