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*** Domingo XXXIII B. 15 Nov. 2009. León. I. Dan. 12, 1-3 El ser humano se siente colocado en este mundo por manos de Alguien que le tiene en zozobra sobre el cómo y el cuándo de sus hechos vitales. Y se encuentra necesitado de explicaciones razonables. Según el Génesis el hombre y la mujer han de vivir a semejanza de Dios: en perfección constante. Pero apenas ocurre el estrago de la desobediencia, quedan condenados a vivir sufriendo y sometidos a potencias misteriosas que ilumina el propio Dios, que no se aparta del ser humano, aunque éste haya fallado. La lucha entre el Bien y el Mal se representa como contienda entre los buenos, capitaneados el Arcángel Miguel, y los malos instigados por Satán. Por experiencia sabemos que a veces vence uno y a veces gana el otro. O sea que tenemos que tratar de estar con el bueno y mejor. Porque Miguel significa "quién como Dios". En último término, la eternidad dichosa pertenecerá a los que cuidan el sentido de salvación en su vida. En los gozos y en las alegrías, en lo agradable y en lo costoso. Sobrellevando la historia de cada día y gustando de los dones de Dios. II. Heb. 10, 11-14. 18 La carta a los Hebreos insiste de nuevo en el valor eterno del sacrificio de Jesús, como sacerdote que ya está a la derecha de Dios. Recordemos que el valor de los actos sacerdotales de Jesús es eterno porque Jesús, por la resurrección, ya está a la derecha de Dios, o sea incorporado a la potestad suprema que corresponde a 252

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