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Por el oído entra la Fe. La voz es el clarín del centinela. El centinela avisa de lo que se acerca o se aleja de la ciudad. Santiago 2, 14-18. La valoración de las obras es distinta en Jesús y Santiago, con el converso Saulo de Tarso. "Que vean vuestras obras buenas y den gloria a Dios". No tenemos poder de obrar bien por propia virtud, sino que la suficiencia que tengamos nos viene de Dios. Esa doctrina es importante para los luteranos, que siguen a San Pablo, para quien las obras son inspiración de Dios y no del poder propio. En cambio Santiago plantea un razonamiento evidente: obras son amores y no buenas razones. Enséñame tu fe sin obras, y yo con mis obras te enseñaré mi fe. Las obras son las que introducen en nuestra acción a los pobres, a quienes tienen deficiencias y a quienes, incluso se creen muy suficientes con palabras religiosas y ausencia de gestos espirituales. De todas maneras hay que comprender que cada uno es cada y tiene sus filosofías. Quienes niegan valor personal a las obras suelen ser tan generosos como quienes imaginan que sus obras son seguro para ir al más alto cielo Marc 8, 27-35 Suele interesarnos la opinión que los demás tienen de nosotros. Salvo que tengamos mucha autoestima y despreciemos los juicios ajenos, sí curioseamos sobre nuestro yo social. Y enseguida aparecen los incensarios y los vinagres. A Jesús le juzgan de muchos modos: que es un profeta, e incluso que es Juan bautista resucitado. Y si es un fariseo o escriba el que opina, dirá que Jesús es un pecador peligroso, porque se compara con el templo y 232

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