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sigamos el consejo de san Pablo y alabemos a Dios y roguemos porque el bien de la familia sea un objetivo primordial. Epifanía. 6 Enero de 2011. Isa. 60, 1-6 Los tiempos de crisis fueron conocidos en todas las épocas. La crisis religiosa fue señalada de modo especial por los profetas y por el propio Jesús cuando dice que este pueblo le honra con los labios, pero el corazón está lejos. Pero no es poco honrar a Jesús con los labios cuando hay innumerables sujetos empefiados en que Jesús no existe en realidad, no oye y no atiende. En la libertad de expresión se puede decir todo. Pero nosotros, pequeño grupo cristiano de esta Ciudad, queremos honrar a Jesús también con el corazón. Humildemente podemos confesar que en todo el año nos acercamos a los cultos de la Iglesia, y recibimos al Jesús que quita el pecado del mundo. Que sintamos latir el corazón o no, el hecho es que no cambiaríamos nuestra creencia por unas lentejas en forma de loterías Si pudiéramos ver a los creyentes reunidos en esta fecha y horas y más tarde o antes, quedaríamos entusiasmados. Más de mil millones de cristianos festejan hoy a Jesús como liberador de nuestros males. No miremos al MAL de los otros, sino al nuestro, que se va curando poco a poco. Ese mal que quita Jesús afecta a las personas en cuerpo y alma. Aunque nuestra enfermedad corporal no desaparezca, sí que es abundante la salud espiritual. Sentir a Jesús cerca, en los vecinos, en quienes nos acompañan en la oración o en las ocupaciones, en familia o en grupo, es una bendición insigne. Todos estos vinieron a ti trayéndote ofrendas, dice Isaías, a Jerusalén. Nosotros pretendemos ofrecer a Jesús algo, 23

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