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dificultad está en la diversidad de poder entre el discurrir y el obrar. "Quiero lo mejor y lo apruebo, y luego sigo lo peor". La disposición a dar la vida consiste en practicar algo importante cada vez: ayudar a los huérfanos y a las viudas y evitar la contaminación corruptora. Precisamente el gran problema de siempre. Como en otras materias cabe aquí el mea culpa. Probablemente era ese el problema que apuntaba el Pastor de Hermas cuando acusaba el debilitamiento de la Iglesia. Santiago fue el Obispo de Jerusalén, pariente muy cercano a Jesús. Autoridad superior cuyo dictamen fue definitivo para admitir a Saulo en la categoría apostólica. En Jerusalén Santiago apreciaba la pobreza emanada de la liquidación de los bienes y padecida por las viudas y huérfanos, especialmente de los procedían del paganismo. Honra a las viudas, aconsejaba San Pablo. Porque la pobreza de una viuda duele más que la de un varón. Jesús ponderó el espíritu de sacrificio de las viudas, y su pariente Santiago lo tomó como punto programático. II. Marcos 7, 1-8.14-15. 21-23. El problema del mal consiste en que la propia naturaleza humana es fuente de las pasiones más destructivas. Jesús diagnostica que los pecados que invaden al mundo proceden del corazón. Ese misterioso pozo sin fondo, cueva de malos propósitos, de infidelidades, robos, homicidios, codicias, injusticias, fraude, difamación, orgullo y frivolidad. Seguro que el mejor escáner no descubre tanto problema. Jesús conoce el corazón por dentro. Y debió percibir en los cercanos todo ese misterio de fragilidad. A tal punto que se desmelena con este discurso apocalíptico. Más adelante Pablo casi lo 227

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