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Es una verdad que experimentamos quienes aquí celebramos hoy el Pan de la Palabra y de la Eucaristía. Porque son Pan de Dios. Ningún otro pan sea de discursos, sea de materia, nos ha de satisfacer como para sentirnos salvados. Para admitir eso hay que cuidar mucho la FE. Es tal el PODER humano en estos tiempos que se puede exclamar con el Salmo:"Yo os aseguro: sois dioses e hijos del Altísimo todos". Dicho eso con humildad es gran verdad. Dicho con sorna es una palabrería. Nosotros tenemos en Jesús la seguridad de ser hijos de Dios, y por ello damos gracias en esta Eucaristía. Y queremos expresar esa fe diciendo con ánimo: creo en Dios ... *** Domingo XIX B, Agosto 9 de 2009. I. 1º Reyes19, 4-8 El Pan que fortalece a un gran profeta, perseguido a muerte por el Poder de este mundo, es verdaderamente pan del cielo. Al menos el gran Elías no lo veía venir de ninguna parte. En muchos sentidos todo el PAN de nuestra vida, es un PAN venido del cielo. Los aquí presentes pedimos a diario el pan como si se tratara de una cosa que solamente la puede proporcionar Dios. Y es que hay detrás de cada realidad un Misterio, un algo que atrae como el imán al hierro. Vivimos ese misterio a nuestro modo, pero el caso es aceptar que es imposible explicar todo, y en especial cómo germina el grano de trigo, y cómo es precisamente ese GRANO y no otros, el que se convierte en PAN de todo el mundo creyente. A todo lo bueno llamamos PAN: tener el pan, faltar el Pan, escasear el pan. El profeta Elías, que es tenido como el mayor y más poderoso de los anteriores al Bautista, 218

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