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Domingo XIV B. 5 Julio 009 l. Ezeq.2, 2-5. Los profetas son personas "llamadas" a dar testimonio de la Verdad. Óiganlas o no las oigan los grupos o las personas, tendrán que admitir que ALGUIEN habla por Dios. O acerca de Dios, o acerca de temas que respalda el Señor. Israel oyó y vio a muchos profetas. A la mayor parte los liquidaron, pero curiosamente guardaron sus proclamas y hoy las leen y los cristianos también, como Palabra de Dios. Es un privilegio saber que las profecías de la Escritura están respaldadas por el Señor. Y aunque a veces parecen demasiado políticas o violentas, es porque las cabezas y los corazones necesitamos voces tremendas para despertarnos y volver a tomar buenos caminos. Aunque los tiempos cambian, que es una barbaridad, y bastantes cosas de los profetas parecen demasiado crudas, quedan, sin embargo, suficientes para documentamos acerca de los planes de Dios y de los deberes e ideales de las personas. II. 2ª Cor, 12, 7-10. El mayor tormento que padecemos es el temperamento, la soberbia, la envidia, el menos precio. A ese conjunto de fuerzas tremendas llama San Pablo Estímulos de la carne. Son ofensivos para quien los padece y escandalosos para quienes nos los contemplan. ¿Quién se libra de ellos, todos o algunos? San Pablo, elegido por el propio Jesús, sentía que los que habían acompañado a Jesús le consideraban apóstol advenedizo, y dudaban de su sinceridad., A esos les dedican Pablo palabras durísimas. Y lo lamenta por ellos y por sí mismo. Sin duda al caer de la tarde, 205
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