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II. Hechos 13, 16-17. 22-25 San Pablo menciona al Bautista, que proclamó a Jesús como el que quita el pecado del mundo. Probablemente conoció al Bautista y hasta recibió su bautismo. Precisamente es Pablo el que pondera el Bautismo como el sacramento que nos transforma en deificados. Probablemente oyó al Bautista asegurar que no se sentía digno de desatar las sandalias de Cristo. Pablo fue el primer judío escandalizado de Cristo, como Dios. Y al ser de cultura griega, también juzgaba a Jesús como un extravagante. Pero llegó el momento en que Jesús se apodera de él, y le toca ser el MAYOR creyente, como judío, y el mayor seguidor, como griego. Es San Pablo el que escribió más y mejor sobre Jesús. Y que propiamente le convirtió en centro Litúrgico de la Cristiandad. Con Pablo nuestra misa tiene significado de reconciliación, de súplica y de acción de gracias. III. Mat. 1, 1-25 Jesús es Dios humanado porque se ha encamado. Lo indican las generaciones que lo preceden. Tiene Jesús la sangre de todo el Pueblo de Dios. Por eso se le señala como concebido por una mujer de carne y hueso y custodiado por un judío de raza davídica, que es José de Nazaret, su esposo. La figura central es María, pero las circunstancias la ponen en su sitio. Es Madre de Jesús, por la fuerza de Dios, no por acto de hombre. José no lo tuvo claro hasta que el Ángel se lo explicó. Aceptada la explicación sigue el desarrollo del Nacido como la cosa más natural. Es Padre legal, y ante la gente es Padre real de Jesús. Todo ese misterio lo proclama esta eucaristía, que es la preparación para la gran Liturgia de la Vigilia y del día de navidad. 18
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