BCCCAP00000000000000000001357

Todo lo habían escuchado antes, pero no tenían idea de la realidad. Ahora están iluminados, y se encargan de predicar en todo el mundo una maravilla bien atestiguada. II. Colo. 3, 1-4. y 1 ª Cor.6b-8. El tema de Jesús resucitado lo pondera San Pablo una y otra vez. Especialmente en corintios imagina una levadura nueva que reemplaza la vieja, que es la argumentación de los sofistas, que se apoyan en solo el argumento racional. Este aviso siempre es actual, porque abunda la levadura vieja, y poner la nueva exige empeño muy especial. Este empeño se llama conversión. Convertido es el que ha encontrado la revelación de sí, del otro y de Dios en Cristo, por el Espíritu. Los colosenses son avisados de que la resurrección exige elevación de miras, buscar y gustar lo de arriba, donde Cristo reina con el Padre, glorioso. Seguramente a las Iglesias que funda Pablo les pasa lo que a todo el que es captado por una verdad especial. Pero así y todo, los ojos siguen siendo terrenales y siguen tentando las hortalizas y carnes de Egipto. Pablo tuvo por revelación directa, las vivencias de los apóstoles veteranos. Él sabe como ninguno lo que es el perdón. Es el regalo de quien venció a la muerte y da la vida eterna. Mientras a los veteranos les inculca Jesús llevar como mensaje principal de salvación el Bautismo y el perdón de los pecados. San Pablo llama a las alturas. Quiere que el encargo de Jesús de perdonar y vivificar, parta del hecho de que Jesús murió y resucitó, quedando así autorizado a ofrecer un plan de salvación, mediante el bautismo administrado en modo Trinitario. No le basta bautizar en nombre de Jesús, sino en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo. Por eso el bautismo es el sacramento más comunitario. 179

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz