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sometidos a dictaduras miserables, a despojos de bienes, a padecimientos de hambres porque alguien se tomó esa diabólica potestad. Y los ricos que están a la puerta de pérdidas de fortunas ...Todos tenemos que escuchar a Jesús derrotando al demonio: "Ni podemos tentar a Dios, ni vivir solo del pan, ni siendo dueños de vidas y haciendas: quien tiene lo necesario no necesita de aumentos" Por eso Jesús, una vez bautizado y desembarazado de tentaciones absurdas, predica un modo nuevo de vivir en el Reino de Dios. Simplemente memorizar las bienaventuranzas, que parecen una retahíla de desventuras pero viendo detrás las ventajas: pobreza, paz, comprensión, justicia, misericordia, producen el ciento por uno. Eso es vivir ya el Reinado de Dios. *** Domingo IIº de Cuaresma, B. 4 de Marzo de 2012. l. Gene. 22, 1-2. 9-13.15-18 En tiempos de Abrahán existía en la tierra donde habitaba, la tremenda costumbre de quemar a los niños fueran esclavos o libres, en tiempos en que sentían necesidad de aplacar la ira o hambre de ciertos dioses. Para que Abrahán y el Pueblo de Israel captaran en propia carne lo que es inmolar a un hijo, y escarmentaran de tal posibilidad, aparece la lección moral de una experiencia tremenda: Dios pide a Abrahán que le inmole a su primogénito. El Patriarca toma en serio la proposición y se dispone a matar a su hijo encima de un altar que para el efecto prepara. Ya está el hijo sobre la leña y el patriarca se dispone a matarlo para luego quemarlo. En tan dramático instante suena el aviso de Dios: Abrahán, no mates a tu hijo. 167

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