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Con esta celebración completada con la Comunión, estamos siguiendo a Jesús como buen Pastor. *** Domingo VIº. B, 12 de Febrero de 2012. I. Levít. 13, 1-2. 44-46 La lepra es aún la enfermedad más temida. En el Evangelio tiene Jesús especial atención a los leprosos. Y aunque no lo dijera con palabras expresas la consideró imagen de la desgracia espiritual y social. Señor, si quieres puedes limpiarme. "Quiero, queda limpio". Le era fácil a Jesús curar toda enfermedad. Y es un misterio el que no la eliminase. Cuando se describen sus padecimientos se dice "que fue considerado un leproso, sin apariencia humana, ante quien se vuelve el rostro". Cargó con los males del mundo. Y es por eso que su ejemplaridad nos admira y avisa. Cuando un pecado grande es consuetudinario, se le denomina lepra. Y por eso debemos ir al Sacerdote para que conste que uno se cura o pretende curarse. Cuando da el sacerdote la absolución imita a Jesús que hace desparecer la enfermedad, pero manda someterse al tratamiento salvador de buscar la bendición del confesor. Nosotros solemos evitar las lepras muy notables, pero las hay que nos van carcomiendo poco a poco sin mayor escándalo de los demás, pero que nos dejan débiles y frágiles. Por eso rezamos: no nos dejes caer en tentación. La lepra se controla con una higiene rigurosa. Y espiritualmente con el delicado cumplimiento de los deberes humanos y la piadosa frecuencia de la oración y los sacramentos. 161

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