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curan, pecadores que entran en la gracia de Dios. Tengamos esto como un encargo infinitamente valioso. Y como las mujeres sois las que estáis en todo, pues no busquéis en Jesús mayor premio que ser sus anunciadoras en la familia, en la educación, y en los diversos voluntariados que se ofrecerán. Ayudad a vuestra gente a curarse. III. Marc. 1, 29-39 Tuvo Jesús en su grupo apostólico, al parecer, ciertas predilecciones. Juan y Santiago eran como los chicos del grupo. Estaban para todo. Eran seguramente los que habían dejado más, porque dice el Evangelio que dejado su padre, se fueron con Jesús. Mientras otros predilectos, Pedro y Andrés conservaban sus hogares. Precisamente es curada la suegra de Pedro. Era la paga que dio Jesús a los que habían dejado su oficio y su capital. Interesarse por la familia de Simón y Andrés fue un detalle importante. Son los milagros caseros los que más satisfacción causan. Y crean adicción hacia la persona que nos lo hace. Dar salud, dar pan y vino, dar liberación de los demonios, perdonar los pecados, dar la familiaridad con su mismo Padre Dios. Esos son los milagros que más interesaban a la gente y por eso seguían a Jesús como las ovejas al pastor que les da su pan. Y eso lo que en nosotros hace arraigar la Fe en Jesús. Es sentirse uno como de la casa. La millonada de cristianos que hay somos atraídos por Jesús como el niño por el regalo de la madre o como las ovejas por el regalo del buen pasto. Hay quien piensa que es imperfecto acercarse a Cristo para obtener favores. Pretende que nos mueva solo el amor desinteresado al buen Dios. Pero es una doctrina traída por los cabellos. La fe entra por los sentidos. Y Jesús sabe que atrae haciendo favores, preludio de la salvación definitiva. 160

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