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Profeta de Dios y en sí mismo es el profetizado. Solo digo lo que mi Padre me enseña; pero todo el que no crea en mí se perderá. Ser cristiano es tener a Jesús como Dios humanado, es decir como el ejemplar absoluto. Y al tenerle como modelo absoluto, creamos y vivamos el Reino de Dios. II. lªCor. 7, 32-35 Ni Jesús ni san Pablo crean el celibato o soltería, sino que la viven como modelo de libertad apostólica, que es servicio a Dios y al prójimo. Cuando los grupos están dispersos es evidente que el voluntariado apostólico es menos complicado que si se tiene a cargo una familia. No es que a Dios le agrade especialmente el celibato o soltería, sino que promete ayuda a quienes se deciden a entregarse al apostolado con un costo evidente. No se puede entender que Pablo rebaje la categoría del matrimonio cuando es él quien pondera el amor a la esposa como similar al amor a la Iglesia. Probablemente en un ambiente de iglesias en Familia, lo que parecía lógico era tener familia y casa donde celebrar la catequesis y la eucaristía. Pero había que abrirse a horizontes más amplios y eso se facilitaba cuando los hombres especialmente se ofrecían a ser Catequistas y Ministros de Palabra y Sacramentos en soltería o celibato. Por lo visto era grande el ansia de tener y dirigir grupos e Iglesias llevando nombres solemnes como Presbíteros y Obispos. Y san Pablo les dice que es bueno querer ser Obispo, siendo casados, pero que debían dar ejemplo de respeto a su familia, para poder convertirse en dirigente. Por tanto Pablo toca todos los puntos implicados en el apostolado. Y de hecho ya él tenía compañeros célibes y esa decisión tomó cuerpo hasta convertirse en ley 157
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