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II.1 ª Tesal.5, 1-6. Por eso aconseja san Pablo vivir en vigilancia, porque el día del Señor, día de la toma de decisiones fundamentales, o de aceptar incluso la muerte, no está lejos. Nadie puede alardear de fidelidad, pero menos de lo contrario. Cuando los países musulmanes que tienen la poligamia como privilegio, tienden a formar parejas estables, en el mundo cristiano parece que el que no se separa es que no es del todo normal. Pero eso es un espejismo. Lo normal ha de ser marcado por la reflexión y la fe. Son las dos alas del amor. En general la mujer cuenta con las dos y vuela hacia el bien, pero los varones somos pesados y cortos de vuelo, por eso la desproporción de asistencia a las Misas es evidente. Pero pocos serán los que renuncien a que en su esquela aparezcan como receptores de los sacramentos y hasta de la bendición apostólica III. Mat. 25, 14-30. Y es que muchas veces se comercia poco con el talento que Dios nos da, y lo encerramos o envolvemos en un pañuelo. No merecerá premio. Hay que ponerlos en ganancia sean dos o cinco o diez, que de todo hay. Las ocasiones de aumentar los conocimientos, el rendimiento en las profesiones y oficios, y la observancia de los compromisos hay que aprovecharlas. Solo así se estima el obsequio de Jesús de considerarnos siervos buenos y fieles y dignos de entrar en el banquete del Señor. En un banquete de bodas aprendió Jesús a proporcionar alegría complementaria a la pareja que se quedó sin vmo. Y se lanzó a hacer el milagro porque María le 132
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