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las mujeres. Y el llamado apostolado menudo, o Catecismo de niños, rezos de iniciación y devociones y aún las nociones de cultura y moralidad se deben a las mujeres en proporción enorme. Esa primera lectura debemos calificarla de muy pobre y nada estimulante. Partiendo de que se atreve a decir que es tan rara como las perlas y que hay que buscarla en el fin del mundo. Por tanto es más bien pesimista. Y vale para que quienes tocan el asunto de la situación de la mujer en la sociedad y en la Iglesia se tienten la ropa y dejen de apoyarse en antiguallas. Podemos fijarnos en el enorme problema actual de la falta de vocaciones para el sacerdocio y por tanto de la carencia de sacerdotes para atender al culto de infinidad de parroquias. Pues no se busca el remedio en la promoción de mujeres para ese ministerio, que sería solución segura. La pretensión de que en los textos bíblicos están señaladas posturas absolutas sobre todo lo relacionado con las mujeres, es inaceptable. Que el marido confíe en su mujer y que esta sea economista es un argumento incompleto. Porque muchísimos maridos son los que no crean fe en sus esposas ni les ofrecen protección econmmca. Podríamos decir: ¿qmen encuentra hoy a un varón fuerte: habrá que ir hasta el fin del mundo? Los medios de comunicación presentan parejas rotas, infidelidades a mansalva, abortos, crímenes de género ...Las enfermedades se contagian mejor que la salud, las mentiras mejor que la verdad, el libertinaje mejor que el amor. Entre tanta modernidad es raro hallar pareJas estables y bien cimentadas legal y cristianamente. 131

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