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bueno y lo menos bueno de los sacerdotes en general. Y sabemos y reconocemos que son frágiles, pese a su determinación de ser correctos y ejemplares. Los defectos hacen que el sacerdote sea compasivo con los defectuosos y sea feliz con los perseverantes. Pero hay una misteriosa inclinación a escarbar o resaltar la escoria que hay en las minas, en lugar de ponderar las pepitas de oro y diamantes y la calidad del carbón extraídos. Tus enemigos especiales son los de tu oficio, los de tu casa, los de tu parentela, aseguró Jesús. Él, Sacerdote esencial, fue condenado por los Sacerdotes. Al final aseguró a su Padre que merecían perdón por no saber lo que hacían. En estos tiempos hay un diabólico empeño en emporcar a todo el sistema sacerdotal católico. Entre certezas y calumnias se forma la opinión de los incrédulos y de los que quieren justificarse con los casos de los curas. Incluso en la Iglesia hay empeño en sacar el tema hasta en reuniones internacionales, como si eso lograra otra cosa que marcar más profundamente la mala noticia. III. Mat. 21, 1-12. Propiamente el rechazo de Jesús a los jerarcas del templo y a los presuntuosos de santos por la calle, se debe a que cargan sobre los demás pesos insoportables, sin ayudar con un dedo. Y, además, el presumir de perfectos. Por eso dijo Jesús que vino a sanar a los enfermos e imperfectos. Por otro lado me parece absurdo que alguien pida perdón por los pecados de los demás, contribuyendo a mantener el morbo en los carroñeros. Pedir a Dios por los pecados de la Iglesia es una ingenuidad de amplia torpeza. En las películas antiguas del mundo latino, solían aparecer las señoras mayores, dedicadas a no dejar 127
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