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divinas se mezclan en nuestras personas. No hay virtudes de Iglesia o de calle. El caso que ya una mayoría de cristianos quieren tener virtudes de calle, pero de Iglesia pocos se preocupan. Los propios edificios de culto son llamamientos a laborar en la viña de la salvación. El poder entrar en nuestros templos con seguridad de que entramos en terreno propio, es una bendición muy especial. Es como aproximarse a quien nos ofrece trabajar en la Viña. Estamos rodeados de llamadas e invitaciones a cuidar la viña. La frase "cuidar la viña" fue muy corriente en lugares de viñedos. Cuidar nuestra viña es lograr que demos frutos buenos y no frutos amargos o constantemente verdes. Que el Señor nos anime constantemente a ir a la viña y cuidarla. Amen. *** Domingo XXVIII A. Ordinario. 9 de Octubre de 2011. I. Isa. 25, 6-lüa Todos los desventurados han esperado auxilio de alguien. A veces una gran parte queda desolada porque no hallan la mano bienhechora o la palabra consoladora. Muchas veces los creyentes nos abismamos en la duda acerca de la funcionalidad de Dios. Pues bien, se puede decir que es lo único que nos queda cuando llega la desventura. Podrá parecer poco, y hasta nada. Pero haya en nuestra fe un misterio que supera todo mal, y está señalado en las Bienaventuranzas, que a su vez se inspiran en pasajes bíblicos como el de la primera lectura. Lo que llama la primera lectura la mala ciudad, llena de miserias y pecados, la eterna Jerusalén, tendrá y tuvo tiempos buenos. Un día llegó en que Dios enjugó las lágrimas de Jerusalén. Jerusalén es nuestra representante. En el desconfiar y en el confiar. Por eso 120
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