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El Mesías inspira toda idea buena y toda acción social beneficiosa. Es el alma de Dios. II. Roma. 15, 4-9 Para San Pablo el mundo que se enfrenta a Cristo tiene dos grandes protagonistas: Judíos y Cristianos. Y asegura que Jesús es testimonio del amor de Dios a su Pueblo judío, y es consuelo para los gentiles, para que alabemos a Dios por su misericordia. Cada uno es testigo de las misericordias de Dios por Jesucristo. Precisamente los Padres del Cristianismo fueron judíos. Y los no judíos empezamos a serlo en Jesús y su Evangelio. Profesamos y rezamos lo mismo que los judíos. Pero somos más privilegiados porque aprovechamos sus tesoros Bíblicos complementados con el Nuevo Testamento. Los judíos convertidos lo son por haber sido captados por el Evangelio, como complemente de su tesoro Bíblico. Los judíos conversos son de una categoría estupenda. Los conocemos porque así nos lo narran los Hechos de los Apóstoles y nuestra historia. Los judíos son especialistas en premios Nobel y en Santidad cristiana. III. Mat. 3, 1-12 Juan Bautista estimula a muchos y azota a los hipócritas. A los que presumen de Hijos de Abrahán les define como falsos que no llegan a la categoría de las piedras. Y anuncia: yo os bautizo con agua, pero viene OTRO en pos de mi que os Bautizará con Espíritu Santo y fuego: con el fuego de Dios, que quema para purificar. Con estas palabras Juan ya está a punto de presentar a Jesús como el quita el pecado del mundo. Esto es bueno recordarlo: nuestro misterio de mal y carencia de bien, solo se purifica con el perdón de Jesús. Fijémonos en 10

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