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en el Arn, entre luz de cirios y aromas de puras flores, se juntan sobre el pecho sacerdotal para implorar mise– ricordia, profesar la Fe, recordar a los militantes, y tam– bién a quienes han pasado a la eternidad. Las manos, digo, golpean el corazón para franquearlo a la verdad v alcanzar la senda del arrepentimiento . .. Y, también tienen las manos actitud desbordante de agradecida emoción para con Dios . .. cuyos hijos adop– tivos somos. Así pues, las manos que el Obispo consagra llevan, cual apropiado cofre, bendiciones y consuelo para colmar a todos de PAZ Y BIEN . 19 - Marzo - 1958.

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