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-PRELUDIO- 1. EXHORTACIÓN: la meditación de la pasión de Cristo origina la compasión en el corazón: (*) Todo el país desolado, ¡y a nadie le importaba! La causa de todos nuestros males se halla en la ausencia de meditación y de reflexión: de aquí se origina todo desorden moral. Y se desconoce lo más elemental: porque se olvidan los abundantes beneficios recibidos de Dios, y son esca– sos los que dedican su tiempo a la contemplación de los acerbísimos sufri– mientos que Cristo padeció por nosotros. Se descuida el cumplimiento del deber y no se ponen los medios suficientes para alejar los continuos peli– gros que nos acechan durante nuestra existencia. El mundo está lleno de maldad y con razón se queja Jeremías: Todo el país desolado. ¡ Puede existir algún remedio a tanto mall Vna medicina quisiera proponer a los prelados, párrocos, sacerdotes y restantes ministros de Dios, ante quienes me inclino con toda reverencia, y que remediaría en gran manera muchos males: me refiero al piadoso ejercicio del Vía Crucis. Si se propagase esta laudable costumbre en las parroquias, en las Iglesias, em– pleando los recursos de una sabia pastoral y el celo por las almas, los sacer– dotes pronto encontrarían remedio eficaz para contrarrestar los vicios y mejorar las costumbres, puesto que muchos se verán movidos a obrar bien, al recordar los dolores y el amor de Jesucristo. ¡Cuántos frutos proporciona– ría a las almas la asidua meditación de la acerbísima pasión de Cristo! ¡Cómo excitaría a la contrición del corazón, cuánta fortaleza de espíritu les comunicaría! La experiencia en el apostolado me ha enseñado que muchas almas han pro~resado rápidamente por las vías intrincadas de la perfec– ción, cuando han sido constantes en la práctica de este piadoso ejercicio. (*) Esta exhortación fue escrita por San Leonardo de Porto Mauricio, que nació en Porto Mauricio (Liguria) en 1676. A los veinte años ingresó en la Orden Franciscana, después de estudiar en Roma. Luego de su ordenación sacerdotal recorrió casi toda Italia predicando al pueblo con gran fruto. Escribió también muchas obras para provecho de los predicadores y edificación de los fieles. Murió en Roma en 1751. -8 -

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