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edificios de ramas; miseria material y espiritual. La predi– cación del P. Esteban era elogiada pero, a pesar de ello, todo seguía igual, aun hallándose en un Viernes Santo. En esta población recibió nuestro montañés un oficio del gobernador, disponiendo que los misioneros se presentaran para jurar la Constitución de Venezuela, y abonarse de sus sueldos. Como esto no era lo convenido en Marsella, el P. Adoáin se hizo presente y convenció de sus razones al gobernador. Todo quedó bien, pero el diario El Venezolano s,eguía presentándolos como inquisidores, facciosos, guerri– lleros carlistas, y sobrevino otro pleito un poco más tarde. En el poblado indio de Guachara, la misión fue en la plaza. Comenzaron las calumnias, los bailes y el escándalo de parte de los blancos. Triunfó la tenacidad del P. Esteban, arreglando matrimonios, familias mal avenidas, durmiendo tan sólo de cuatro. a cinco horas, y guardando el tiempo pre– ciso para rezar y comer unos instantes . Se hallaba con sus 34 años, ya entre indios, lejos de la civilización. Como Fran– cisco Javier, en un clima mortífero, y sin defensa alguna, con un mísero sueldo y mucha confianza en Dios. La impresión de los PP. Adoáin y Hernani en su en– cuentro con los indios es de extrañeza. Los hallan semi– destnudos, tanto hombres como mujeres; a las dos horas, cuando los PP. descansaban, fueron despertados por los na– tivos, que venían a obsequiarles con bailes típicos. Después descubrió él P. Esteban que iban dirigidos en adoración ha– cia el caimán, para librarse de sus mordiscos. Había indios viejos que hablaban castellano, y estos traducían a los jó– venes las palabras de los misioneros. El P. Adoáin, incan– sable en sus observaciones, habla de la voz de los indios, y, especialmente, de la de las mujeres, que es más fina y dulce que la de la raza blanca. ACCION SOCIAL El tipo indio es fuerte, de cabellos largos hasta la cin– tura, ellos y ellas, pero el hombre es lampiño; buena im– presión debían causarles nuestras barbas. Incluso se fija en su tatuaje, en las máscaras o totems, y en los pendientes de las indias, formados por palitos de color atravesando el lóbulo inferior. El plan de trabajo comprende dos partes; primero agrupación de los indios en los antiguos pueblos, y, segundo, instrucción religiosa. El P. Adoáin se cuidó de los indios y el P. Hernani de los blancos. Nuestro misionero anota sus puntos de vista sobre la familia indígena, sus costumbres y su explotación por los blancos, que los engañaban con abalorios, telas viejas y aguardiente. Para corregir tales injusticias, el P. Adoáin, como repre– sentante oficial del gobierno de Venezuela, publicó su Pro– grama de Acción Social en siete puntos, reflejo de las Leyes de Indias, extensible a los indios chiricoas, salvajes aún; programa que obligaba a todos los gobernadores , corregido– res y capitanes de todas las misiones, so pena de ser re– movidos de sus empleos. 1. Que no dejen entrar en las misiones ningún merca– der ni revendedor sin nuestro permiso. 2. Que los que hayan de cobrar, se presenten con sus. listas, para que los misioneros sepan lo que cada indio debe. -9-

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