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circulación, de trabajo, de deporte, etc., lo mismo que en una enfermedad que súbitamente se agrava, en donde tienen que entrar en acción los servicios de socorrisrno corporal y espiritual. Los servicios de socorrisrno corporal es una barbaridad, mejor dicho, es una bendición de Dios lo que van progresando cada día. A media que la medicina, la cirugía, la terapéutica y la mecánica avanzan, avanza también la eficacia de los instru– mentos utilizables y hasta la competencia y pre– paración de las personas para prestar los primeros auxilios de urgencia en ausencia del médico, del ayudante sanitario o de la enfermera. Soy partidario de que toda persona, por escasa cultura que tenga, debe estar preparada para ha– cer frente a estos casos urgentes e imprevistos, que se pueden presentar en la playa, en la carre– tera, en la fábrica, en el campo, en el autobús, en el bar y hasta en los lugares más secretos e incon– trolados. - ¿Y los menores de 18 años cree usted que también debemos tener esta preparación? - ¿Y por qué no? Los niños podrían recibir esta preparación en la escuela primaria, junto con la educación general básica y las normas más ele– mentales de la circulación urbana. He aquí cinco solamente de las normas más precisas que se deben tener en cuenta en los casos de mayor gravedad. No entrarnos en detalles. 94

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