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sica. Pero es lo mismo. Has visto tocar a algunos que lo hacen muy bien y mueven las manos sobre el teclado, interpretando a Bach, a Sct)umann o a Beethoven con una destreza, una agilidad y una seguridad que a nosotros, los profanos, nos pare– cen imposibles y casi milagrosas. ¿Piensas tú, Juanito, que estos maestros de la música, como los ases de la taquigrafía o de la me– canografía, cuando ponen las manos sobre el te– clado o sobre el bloc, tienen que recoraar todas las normas y todas las reglas que se empollaron cuan– do eran aprendices? - No, señor, no. Les sale todo con facilidad, como una seda. - Muy bien lo has dicho: les sale como una seda. Y como una seda y como un suspiro del alma, les salen también los actos de perfecta contrición a todos aquellos, cristianos o no cristianos, que están habituados a hacerlos, que aman de veras a Dios y sienten haberle ofendido. Además, hay que contar con la luz y gracia del Espíritu Santo, que no se niega a quien la pide y tiene buena vo– luntad. También hemos de contar con la ayuda y protección de Aquella, a quien la Iglesia llama Reina y Madre de misericordia. ~ Yo he oído decir varias veces que la verda– dera devoción a la Virgen es señal cierta de sal– vación. - Sí, es una consoladora verdad. Y puedes defenderla a capa y espada. Pero hay que cargar 86

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