BCCCAP00000000000000000001351

- Muchas gracias, don Antonio. Ya le dije que las comparaciones, cuanto más sencillas y ca– seras, yo mejor las entiendo. - Pues fíjate bien en el vino y en la leche. El vino y la leche, cuando salen de la uva o de la va– ca, son del todo puros. Pero, ¿qué es lo que suce– de después? Suc'ede que los vendedores -no todos, claro está-, buscando su negocio, se con– vierten en bautizadores y, así, cuando el vino o la leche llegan al consumidor, ya no se pueden llamar vino o leche naturales, sino vino y leche adul– terados. - Entendido, entendido. Usted quiere decir– me que tenemos motivos muy rectos y muy puros para hacer actos de perfectísimo arrepentimiento, de contrición del todo perfecta; pero que muchas veces nosotros les restamos calidad, los desvir– tuamos, porque los mezclamos con el agua o con el bajo metal de nuestros personales intereses. - Muy bien, Juanito. Te has explicado com:) un catedrático. Respuestas así merecen un sobre– saliente. Vamos a poner punto final a esta nuestra quinta charla recordando la comparación que y:) utilizaba en el Catecismo para ayudar a distinguir a los niños el dolor de perfecta contrición del doler de atrición. Por cierto, con bastante buen resultado. Justo y Pastor son dos hermanitos gemelos de nueve años. Son tan parecidos en la cara, que casi no se acierta a distinguirlos. Pero son tan dis– tintos en su interior, que no parecen hijos del mismo 63

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz