BCCCAP00000000000000000001351
puede omitirse jamás, so pena de invalidar y pro– fanar el sacramento, es el dolor de los pecados y, con él, el propósito de la enmienda. - Pues por ahí andan diciendo algunos que eso de ir a decir los pecados a un hombre, que es una tontería; que basta decírselos a Dios. - Lo que es una verdadera tontería es pensar que Dios ignora nuestros pecados y una soberbia majadería negarle el derecho de ponernos condi– ciones para perdonarnos. Y la condición que Cristo nos pone -por cierto bien ligera- es esta de la Penitencia o confesión sacramental. ¿O es que somos nosotros los que tenemos que enseñar a gobernar a Jesucristo? - Claro que no. Pero si uno es muc;lo o ha perdido el habla y no puede expresarse, ¿qµé tiene que hacer? - Ya te dije que hay ocasiones en que no es necesaria la confesión de boca; lo que sucede siempre que hay imposibilidad de hablar, sea por mudez, por extrema gravedad o por prer¡nura de tiempo. Entonces lo que tiene que hacer 1el peni– tente, si buenamente puede, es manifestar con al– gún gesto o alguna señal que se reconoce dulpable. Al mismo tiempo debe hacer interiormente un acto de sincero arrepentimiento. Así la absolU:ción d~I sacerdote será un acto sacramental, exa4tamen:e como si hubiera precedido la confesión - Puede suceder que uno tenga d~seos de hacer una buena confesión; pero luego, ~ la hora 55
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz