BCCCAP00000000000000000001351
no es esa la forma ordinaria y habitual establecida por Cristo y por la Iglesia, sino esta otra, privada e individual, que tú conoces y practicas. Claro que la Iglesia, siguiendo las orientaciones del Conci– lio Vaticano 11, podrá renovar la Penitencia en cosas accidentales, como ha hecho ya con otros sacra– mentos, pero no, no tocará lo sustancial. Por tanto, jamás, pese a quien pesare, abolirá la confesión privada. - Y esos teólogos, que no aceptan la doctrina de Cristo y de la Iglesia, ¿es que no han estudiado el Catecismo1 - Eso parece a primera vista. Pero sí, sí lo han estudiado y lo han desentrañado. Luego lo han descuartizado y lo han demolido a su gusto. Unos porque se han pasado de listos, otros porque se han pasado de rosca, lo cierto es que a todos les ha pasado lo que al herrero. - ¿ Y qué le pasó al herrero? - Pero, inocente, ¿todavía no lo sabes? Pues que, de tanto machacar, se le olvidó el oficio. - El Catecismo que yo estudié decía que eran cinco las condiciones para hacer una buena con– fesión. - Sí, el Catecismo que tú estudiaste y el que estudiamos los demás. Pero no todas esas cinco condiciones tienen la misma importancia. El examen de conciencia, el manifestar los pecados al confesor y el cumplir la penitencia pueden omi– tirse en determinadas circunstancias. Lo que no 54
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz