BCCCAP00000000000000000001351

- Tendrá que pedir a Dios que le ayude para pasar por esa humillación y quizá también por la cárcel. - Exactamente. Y sería una obra de miseri– cordia recordarle el sabio consejo de San Agustín: «Haz lo que puedas ... Pide a Dios lo que no puedas ... y El te dará el poder.» - Otra pregunta, que me parece muy impor– tante: «Cuando se recobra la gracia de Dios, ¿hay que comenzar desde cero o se recobran también todos los méritos que se tenían antes de pecar?» - Por fortuna, podemos decir que, providen– cialmente, se recuperan también todos los méritos que se habían adquirido a lo largo de la vida. ¿No te parece ésta una verdad consoladora? - ¡Vaya que me parece! Si no fuera así, ¡po– bres de nosotros! ¿ Y cómo se recupera la gracia de Dios y, con ella, todos esos méritos? - Hay sólo dos caminos o dos medios: el sa– cramento de la Penitencia o confesión y la con– tricción perfecta. -Yo me he confesado muchas veces, pero no estoy muy seguro de haberlo hecho siempre bien. - Pues conviene que aprendas a hacerlo lo mejor posible y te esmeres después en la práctica. ¿Recuerdas la definición de Penitencia que trae el Catecismo? - Me está pareciendo que sí. A ver si me sale bien: «Penitencia es el sacramento, instituido por 52

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz