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Y ahora atiende a las dos consecuencias que se siguen de lo que llevamos dicho sobre la gracia y sobre la rectitud de intención. La primera conse– cuencia es que existe una distancia abismal --como de la noche al día o como de la muerte a la vida– entre el cristiano que está en gracia de Dios y el que está en pecado mortal. Un ejemplo vivo. Lucio y Rústico son dos hermanos gemelos y tan parecidos que resulta casi imposible distin– guirlos. Los dos son zapateros, los dos son honra– dos profesionales, los dos tienen al público con– tento, los dos ganan el pan con el sudor de su frente, los dos pasan por buenos, los dos ... - ¿ Y usted los conoce, don Antonio? - Sí, los conozco, tanto como ellos a mí. Pero, ¡son tan diferentes por dentro! Lucio está en gracia de Dios; Rústico está en pecado mortal. - ¿ Y cómo puede saber usted esto? - Pues mira, por ningún motivo real y demos- trable; sólo por arte de birlibirloque. Pero vamos al meollo del asunto. Mientras que Lucio, por estar en gracia de Dios, tiene cuenta abierta en el banco del cielo, y cada acción, cada trabajo que realiza equivale a una operación bancaria, que aumenta su capital espiritual; su hermano Rústico, en cambio, todo lo echa en saco roto. Sí, todo lo que hace cae en saco roto, porque tiene rotas las rela– ciones con Dios, porque está totalmente desvincu– lado del mundo sobrenatural, porque tiene su alma convertida en un cadáver. iY pensar que son mi- 39

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