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- Santificar quiere decir purificar, hermosear, enriquecer. ¿No es verdad? -Bueno, sí; y también enaltecer, dignificar, vi– vificar, sobrenaturalizar, divinizar... Pues todo esto, Juanito, es lo que hace la GRACIA SANTIFICANTE en el alma. Y no sólo santifica el alma; santifica también todas las obras que realiza esa alma, que está tocada, sellada, impregnada, ungida con la maravillosa levadura de la GRACIA SANTIFICANTE. - Sin embargo, yo pienso que un cristiano que está en gracia de Dios también puede hacer obras malas. - Lamentablemente, y hasta puede perder esa misma gracia de Dios. ¿Quién duda que las obras por su naturaleza malas, como robar, calumniar, blasfemar, fornicar ... , jamás pueden santificarse" Solamente las obras buenas y las indiferentes son ca– paces de sufrir tan fenomenal transformación, que– dando superlativamene elevadas y dignificadas. - ¿ Y valen todas igual? Quiero decir que si valen igual las obras espirituales que las corpora– les o intelectuales, como el rezar, el cavar o el es– tudiar. - No, no; de ninguna manera. Todas no pue– den tener igual valor. En primer lugar, porque algu– nas son ya por su propia naturaleza más excelentes que las otras. ¿Quién duda que el oír misa, el cc– mulgar, el dar una limosna son obras más nobles y más santas que el escribir, cazar o jugar al fútbol? 37
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