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sino también y, sobre todo, porque llevas esa gracia dentro de tu alma. * * * Hubo unos sabios antiguos que se gloriaban de haber descubierto lo que llamaban la «piedra filoso– fal», es decir, un medio o instrumento para conver– tir en oro todas las cosas. Esa piedra filosofal era como un talismán prodigioso, una especie . de varita mágica, a cuyo contacto todos los cuerpos, simples o compuestos, sufrían una maravillOsa transformación. La plata, el cobre, el bronce, el hierro, el estaño, el plomo, el wolfram ... y hasta el lodo de la tierra, al contacto de ese talismán o de esa varita mágica, como al conjuro de las plegarias de un nigromante, perdían su propia naturaleza y se convertían en oro de los más subidos quilates. - ¿Y era verdadero ese invento? - No, hijo, no. Era una pura fantasía. No era más que ,una quimera de mentes soñadoras, calen– turientas y de corazones metalizados. Jamás, jamás la historia ha podido constatar la existencia de tan peregrino descubrimiento, ni la ciencia desvelar el misterio de tan dorada realidad. Pero esto, que no existe en el orden natural, existe, en cambio, en el orden sobrenatural. En el orden sobrenatural la piedra filosofal, el talismán prodigioso, la varita mágica, que convierte en oro de virtud y en mérito sobrenatural todo lo que toca, es precisamente la GRACIA SANTIFICANTE. 36

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