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- Vaya que lo recuerdo. ¿Quiere que le re– pita la definición? - No, ahora no. Ya te daré la oportunidad de repetirla un poco más adelante. Redobla tu aten– ción. Coge también ese bolígrafo y vete tomando notas en ese bloc para que el tiempo no te lleve las ideas, como el viento se lleva las hojas del otoño. - Por favor. ¿Puede ir hablando muy despa– cio? Es que yo soy un poco lento para escribir. - Sí, hombre; no hay inconveniente. Iremos aunque sea a paso de tortuga. Lo que importa es que no demos ni un solo paso atrás, ni nos dejemos en el tintero una palabra, ni menos una idea. - Confíe, don Antonio. Yo, por mi parte, pon– dré en ello todo el empeño. - Pues, manos a la obra, y que Dios bendiga nuestro afán y nuestra buena voluntad. * * * Sobre la GRACIA DE DIOS se han escrito mu– chos libros. Yo solo quiero que sepas que hay dos clases de gracias: LAS ACTUALES o transitorias y la SANTIFICANTE o habitual. Las GRACIAS ACTUALES son ciertos auxilios sobrenaturales y pasajeros con los cuales Dios ilumina el entendimiento y fortalece la voluntad para realizar actos sobrenaturales y meritorios. Tales son las inspiraciones interiores, los buenos ejemplos, los sanos consejos, la predicación, las 32

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