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--Entonces, si me explica bien qué es vida eterna, ya no tendré necesidad de preguntarle qué es muerte eterna. - Evidentemente. Vamos a ello. - Cuando hablamos de vida eterna has de entender que no nos estamos refiriendo a esta vida pasible, temporal, caduca, a esta vida de aquí abajo que se gasta con el uso, que se marchita con los años, que fenece como las hojas del otoño. No. Nos referimos a una vida diferente, intemporal, so– brenatural, divina, a una vida que pertenece a un orden superior y se verifica más allá de nuestras fronteras. - ¿ Y cómo se adquiere esa vida diferente, divina, sobrenatural. .. ? - Se adquiere con la moneda de la gracia santificante. Algo así como se adquiere la ciencia con el estudio, y el vestido y el pan con el dinero o con el trabajo de cada día. - ¿ Y qué es la gracia santificante? - La gracia santificante -te lo diré con las palabras del Catecismo, que debieras recordar– «la gracia santificante es un don sobrenatural que hace al hombre hijo de Dios y heredero del cielo». - ¿Me la puede explicar un poco? - Sí. ¡No faltaba más! Mira, la gracia santi- ficante es un don sobrenatural, porque se trata de una realidad, de un beneficio que pertence a un orden superior a éste en que vivimos y nos move- 18

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