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ser el fuego y el calor, el río y su cauce, el tiempo y el espacio, o, si prefieres una comparación más alta y más noble, la naturaleza humana y divina en Jesucristo. - Sí, yo, por preferir, preferiría las compara– ciones más altas y más nobles; lo que pasa es que entiendo mejor las sencillas y caseras. ¿Me per– mite ahora una pregunta? - Sí. iNo faltaba más! Soy todo oídos para escucharte. - He oído hablar muchas veces de vida eterna y de muerte eterna. Creo que la SALVACION, por lo que usted acaba de explicar, consiste en conse– guir la primera y verse libre de la segunda. Pero esta segunda, la muerte eterna, no acabo de com– prender en qué puede consistir, porque, si uno está muerto, ¿cómo puede estar sometido a los cas– tigos del infierno? - Celebro, Juanito, esta tu franqueza en pre– guntar y esta tu curiosidad por saber. Sigue fijando tu atención. Si has entendido lo que es vida eterna, podrás entender mejor lo que es muerte eterna, porque la muerte eterna no es más que la exclu– sión o privación de la vida eterna. ¿Qué son las tinieblas? Privación de la luz. ¿Qué es el frío? Pri– vación del calor. ¿Qué es el sueño? Privación de la vigilia. ¿Qué es la locura? Privación de la razón. Pues la muerte eterna no puede ser otra cosa más que la privación de la verdadera vida, de la vida eterna, que consiste en la posesión de Dios .. 17

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