BCCCAP00000000000000000001351

riamente unos signos de pecado que deben ser combatidos sin descanso con espíritu de conver- sión ... La conversión es ante todo un hecho reli- gioso ... De ahí la necesidad de la oración personal, de las plegarias colectivas, de la confesión sacra– mental y de otras celebraciones litúrgicas, con las que se implora, se alcanza y se agradece el perdón de los pecados. El cercano Año Santo va a estar marcado, por voluntad del Papa, con el signo de la reconciliación. Toda conversión lo es en lo que afec– ta a Dios y a los hermanos. Pero, al subrayar este aspecto, se nos insinúa que no estamos suficien– temente reconciliados los cristianos de hoy en ninguno de los dos sentidos. Y es cierto que, de una parte, está a la vista la creciente pérdida del sentido del pecado dentro de nuestra civilización, como ya señaló Pío XII. En lo tocante a las relaciones interpersonales, la apre– ciación es aún más evidente. Reconciliados con Dios y con los hombres, se– remos dignos de las gracias que secularmente ha dispensado la Iglesia a quienes, con espíritu sen– cillo, participan en estas celebraciones». *** Cada Obispo en su diócesis también ha exhor– tado a sus fieles a prepararse para celebrar con fruto el Año Santo. Del Arzobispo de Oviedo, Mons. Gabino Díaz Merchán, son estas hermosas pala– bras: «Debemos prepararnos por la conversión y la penitencia, para quitar los obstáculos que en 109

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz