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- Entonces para los enfermos es mucho me– jor y más segura la Unción de los enfermos que la Penitencia. - Mira, Juanito, los dos sacramentos son ex– celentes y bueno es que el enfermo reciba los dos, así como el de la Eucaristía; pero ciertamente que el sacramento de los enfermos encierra una serie de virtualidades y de garantías, que lo hacen el más estimable y provechoso para esos momentos cruciales de nuestra existencia. - ¿Los sacerdotes llevan siempre consigo los óleos de los enfermos? - Cuando los llaman para asistir a algún en– fermo grave, sí. Hay personas que opinan -yo soy una de ellas- que sería conveniente que los llevaran siempre consigo en alguna cajita o peque– ño tubo, como llevan el reloj y el bolígrafo. ¡Hay tantos accidentes y tantas muertes repentinas! * * * Y hemos llegado al fin de nuestras charlas, Juanito. - ¡Qué pena! Yo que cada día les iba cogien- . do más gusto ... - Bueno, a ver si Dios nos da salud y vida y podemos reanudarlas otro verano. O más pronto, si yo puedo y tú te empeñas. - No sabe, don Antonio, lo mucho que le agra– dezco lo que usted se ha molestado por enseñarme. 103

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