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La misión del sacerdote no es sólo preparar al enfermo para emprender su viaje a la eternidad; es también la de consolarlo, animarlo, fortalecerlo espiritualmente, ofreciéndose a administrarl_e con alguna frecuencia los sacramentos de la Eucaris– tía y Penitencia, si está dispuesto a ello. - ¿ Y si el enfermo ya ha perdido el habla y el conocimiento o, lo que es peor, acaba de expirar, ¿todavía hay que llamar al sacerdote? - Pues sí, siempre y cuando el enfermo no es– tuviera ya preparado de antemano. El sacerdote le dará la absolución sacramental, le aplicará la in– dulgencia plenaria que lleva la bendición apostó– lica y, sobre todo, le ungirá con los óleos sagrados para que reciba el sacramento de los enfermos. Todo esto tendrá que hacerlo de una manera con– dicionada. - ¿Qué quiere decir eso de «manera condi– cionada»? - Quiere decir que el sacerdote hace inten– ción de administrarle los sacramentos y de darle la bendición apostólica solamente en el caso de que el enfermo tenga las disposiciones interiores necesarias. Tú sabes que sin el arrepentimiento interior, al menos de atrición, no puede haber per– dón de los pecados. - Entonces pocas probabilidades hay de que el sacerdote pueda echar un cable o una tabla de salvación a esos enfermos, muertos o semimuertos, para salvarlos del naufragio eterno. 101

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