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verencia y devoción» en la le•ctura de los vi-e-rnes: estudiémosla y medd.témosla si,empre de nuevo y conctenzudafüente, Y, sobre todo, hagamos de ella con santa fideU:doo nüestra verdadem nor– ma de vida, tanto en sus preceptos graves como en sus ,exhortaciones e fostruccibnes. Entonces podremos también un dí.a estmcharla contra v.uestro .corázóri 'Henos de ·· confianza ,en la hora die la muerte y ',con nosotros llevarla al sepulcro. ·No será nuéstro acusador ante Dios, ,sino nues– tra absoluta'confianza. «!Pido a:Dios Todopode– :foso··y trlno__;esctihe IiÚ,estró :Pá,dr.e San Fran– cis-co-; que bendiga a todos los que nevaren en el cora~n y observaren· esta Regla>) 39 • PUNT0-2.º~ LAS CONSTITUCIONES CoN'SIDERACIÓN.-a) l,as tres ramas ·de la Or– den fran-ciscana b.istóti 1 éaimente ,e:xistent:es, esto es, ConvenLua,l¡e..s o IM!inorita:s, OMervanties ·o Frandséanos y Capuchinos, profesan la :misma Regla de San Frán:cisco y éomponen la gran fa– milia de Io.s Frailes Menor-es. Sin ,embargo. ,cada una de éstas ramas "tiene sus propias Co~stitu– ciones 1aprobatlas por 1a Iglesia, que ddfte•ren entre sí sólo en disposiciones párticulares sob''r•e célmo debe interpretarse y observarse la Regla. Estas Constituciones e1Speciaíles dan:precisamen– té · a las ramas singulares dentro de la familia francisc-aria su carácter propio, históricamente justificado, puesto· que en eJlas se p,ersonifiéa ahora una parte de la: en otros tiempos agitada historia que lleva tras sí la Orden franciscana y esp,eci-almente ia ·observanéia de la Regla. His– toria en la que, a pesar dé todo lo humano, es evidente la mano conductora divina. -85-

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