BCCCAP00000000000000000001350

entonces ven y sígueme» (Mt., 19, 21). Era una llamada a nuestro libre .amor. Y nosotros no marchamos tristes ,como en otro Uempo ¡e,l jov,en rico (Mt., 19, 22), sino que con valor resuelto y corazón alegre dijimos: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas» (Mt., 8, .. 19). Prometi– mos solemnemente a Dios «vivir en obediencia, sin propio y en castidad». Pe este modo nos alis– tamosvolun:tariamente· con nuestra solemne pro– fesión para .si,empre y ,sin reserva en la mesnada del obedi 1 ente, pobre y virgen. Salv:ador, En aqueua hora solemne en que un juvenil en– tustas:tnd henchía nuestro corazón, es v,erdad que; nó obstante una •o:ptima instrucción en el noviciado, dificilmente podíamos comprender en su total alcance el inmenso contenido de nues– tra soie:m:hie prome¡;a. El !amor joven no mide ni pesa lo :que dona. Sin ,embargo, con los años, en ef diario ,quehaicer capuchino; hemos llegado a saher más y más lo que significa prácticamente depender ,en todo de la voluntad de otro, · no pó-d.er llamar própia !a ninguna•,cosa, tene,r ,cons'– tantemente que opO'ner un no a los deseos de 1ai .carne. Hemos ,experimentado con cuanta ra:. zón :los santos Rad.res y Doctores ide la Igl;e.sia han ealifücado la profe,sión religiosa ,como una muerte espiritual con Cristo, ,como un incruento marti-rio por Crísto, ya que es una ib:eroi,ca re– solución, una amorosa dilSipOsición para la abne– gación perpetua y para el holocausto continuo. Hemos comp11endido algo del profundo sentido de las palabras del Apóstol, ,que nuestro Padre San Francisco ha repetido y ,que son la divisa de nu.iestra OI'ld 1 en : «Estoy cmcificado ,con Cristo» (Gal., 2, 19). Hemos observado con frecuencia cómo el vcito de obedienci1a ata nuestros pies, - 70 -

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz