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Francisco 6staba vivamente persuadido de ello nos Io muestran las palabras que dirigió a· Fray Gil cuando éste pidió el hábito de la Orden: «Hermano carí-sitno, Dios teha heici1.o una gran– dísima gDacia. Si viniese a AsM el ,emperador y quisiese hacer cabaUero -0 ,c,ama.rer:o suyo a un ciudadano, ¿no debería éste al,egrarse mucho?; ¡cuánto más debes al 1 egrarte tú. de haberte el<e'– gido Dios por cabaUero y servidor suyo!» 11 • Por consiguiente, la beniddción del hábito y. del cm:.. gulo ,en el dia de nuestr,a investidura fué la ben:.. dición ,d,e la armadura que nos poníamos, como caballeros de· Cristo,.· y Ja vestidura misma. ,del hábito fué ,el abrazo 1 ,que se cta·a1 r,edén ar1rríado caballero. Por eJlo. nos re:cuérda el sacerdote en el acto ,de la imrposidón 1diél h;]bito; qu,e' hemos tomado sobre nosotros ,a:lgo grande y nomo.so , «el yugo suave y la- ,car,ga ligerá» de Cristo 12 • APLlCACióN.~El · mundo ,puede con frecuencia despreciar• nuestro hábito capuchino, rpue,s ,e,s uno. mo.nincsta confie,<;i,ón d:e la Locura de Ht éruz de C:risto,· pero • tam:bién ·. aqú:t .son¡ Na'l:ede~as, ··1as palabras deI Apósto,1 ·de· las géntes: ··«Dios ·éligió la necedad del mundo ;para confundir ,a los sa– bios» (I Cor'., 1~ .2.7): Ante Diós y; p:arro todo:s los que Uenen su espíri'tu, nuestro hábito ',es un v,es– tido de honor, la librea de Io.s servidores del gran Re,y. Para muchos nuestra manifiesta cónfesi:ón de la cruz es un fortaledmi'ento de su fe; 1cles– pierta y fortaJece su conciencia cristiana. La to– tal desaparición del hábito religioso sería, en cier– to modo, «el r,eciibo extendido por la misma Igle– sia de ,que una secuilarizaición ,exterminaidora ha terminado su obra de eliminadón de todas las huellas cristianas seculares, y que lo puram~n:te mundano ha queid!ado dueño del campo» (Hil- - 61 -

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