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cruz, de modo ,que reconozcamos estar crucifica– dos al mundo y él a nosotros» (36). Igualmente nuestro Ceremonial en la bendición del hábito, llama a éste ,<(signo de humildad. y renuncia del mundo», y después de la investiciura suplica: «Haz persev,erar a tu siervo en .tu servicio en el vestido de humi'ldad» 10 • APLICACIÓN.-¿No experimentamos con frecuen– da ,que nuestro hábito capuchino nos hace des– preciables al mundo? No es solamente de hoy, si.empre fué a.sL Nuestro hábito religioso nunca fué a gusto del m1mido, Ya San Francisco y sus prime,ros compañ-ercs fueron :mofados y burlados como locos, y hasta maltratados de obra a causa de· sus pobres y ·entonces extraños hábitos.. Sin embargo, esto intentaba pr,ecisamente nuestro Pa,dre. Quería pir,esentar visiblemente ante el mundo al pobre, humilde y ,crucificado Salvador, que es siempre para el mundo un ,e.scándalo y una locura (I íQor., 1, 23). El háJbito debía ,en cierto modo obligarle a él y a sus frailes a Inorir al mundo y a participar ,en la ignominia de .Ja cruz, para ,así también parti,c:Lpar en el poder y ,. sabiduría divina de la Cruz (I Cor., 1, 24). Por consiguiente, no r,ehuyamos el es,cándalo de la cruz. Ci•ertamente que pueden darse cir– cunstancias en las quie1 ,la prudencia cristiana aiconseje o exija que nos quitemos nu,estro hábito, y nue,stras Constituciones dej'an esto al buen criterio d1e las superiores mayores y, ,en caso de nec,esidad, también al del superior local (37). Se:– gu:ramente que también puede existir. el menos- · pr,eciodel mundo bajo un vestido mundanp; pern es asímismo seguroque el hábito capuchino.cons- , tituye siempre para qui!en•es lo llevan una exhor– tación y ~asta cierta coacción a portarse como - 59-

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