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todo el bien que h:a recibido en su. sen@» 2 • ,Así también desde el principio de su actuación h:iwe notar claramente ,a sus 1d!iscípulos la amplitud de su espíritu frente a la e,strech,ez farisai,ca. ¡Qué bienhechoramente debe haber obrado en ellos ,esta nob1e naturalidáid y tranquila. al,egrta ! b) Esta impr,esión se acrecentó aún más co:n el mfiagro. El poder de Jesús manifiestamente divino llenó a sus discípulos die admiración y ve– neración, pues las circunstancias ,eran otra yez enteramente propias para poner humanrune:nt,e al alcance de ellos al Maestro. ¡Con qué llaneza y senciJI,ez, sin ninguna presentación charlafa– na, sino con un mero aicto de, su voluntad, r-ea– liza esta maravillosa obra id:e'l poder divino! ¡Con qué tacto y deltcadeza saca de tan desagradable apuro a los esposos, sin ponerlos de ningún modo en ridículo ante los convidados, y también sin apenas dejar traslucir su ?,YUda, ,e:nteJ. 'amern.te callado y discreto! ¡Con qué magnánima libe– raltdad prodiga su don en medida abundante ,Y de calidad superior, pues se trata nada menos que de cinco a siete hectolitros de vino e~ui– sito !. 3. Así, este primer milagro de Jesús en una alegre fiesta familiar manifiesta .a todos los con– cunentes que en él «apa:rie,ció la bondad y el amor hacia los hombres de Dios, nuestro Señor» (Tit., 3, 4). El ruilrugro de Caná nos manifiesta, pues, real– mente a Cristo como rey poder.oso, pero que die,! m01do más amable rpone su poder al servicio de los hombres. E ,s.ta manifestación resulta ,aún más exipresiva porqué la mdlagrosa domtción del vino en una fiesta mipcia.l tenía también indudablemente una profunda significación alegórica. Ya los San- - 54-

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