BCCCAP00000000000000000001350

El espíritu pagado de sí mismo, orgulloso, difícil– mente se acomodará a nuestra vida, a nuestras costumbres y usos capuchinos, tendrá serios con– flictos con los Superiores y con los Hermanos en religión y pronto pensará que sus taJentos, tra– bajos y méritos no son sufdci,entemente estim,a,-, dos y tenidos en cuenta. Esto le amarg::irá y descontentará· interiormente y después de ·in-– terminables e · inútiles traslados, quizá hasta a otra$ provincias, terminará por cansarse y se mar,chará .o deberá marchar. ¡Cuántas veces se ha repetido esta catástro.fe ! ¡Qué razón tienen nuestras Constituciones al prevenirnos,· en inte-– rés de nuestra perseverancia en la vocación; · contra el espíritu de. orgullo! · APLICACIÓN.-'--El orgullo s,e encuentra más o menos en la sangre de todos nosotros. ~:n este punto llevamos sin excepción la• tara heredita– ria de nuestro primer padre.· Luchemos ahora con la gracia de Dios seria y constantemente contra este vicio hereditario cualquiera que sea · la forma en que se nos manifieste. Por ,ejemplo, como susoeptibilidad, que no permite de:Ciirse nada :ni nada puede olvidar; como testarudez, que nada es capaz de doblegar; como altivez y jactancia, que ,en todas partes choca, hiere o incita a la op@sición y contradicción; como va– nidad, que quiere brillar y llamar 1á atención; como ambición, que rupetece honrosos ·,cargos y comisiones. · Esta lucha es uno de los trabajos de 1a vida, pero nos asegura la complacencia de aquel ,que «resiste a los soberbios y da su gracia a los hli-' mildes», incluso '1a gracia de· la perseverancia; en su especial servicio. - 372 -

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz