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PUNTO l.º: EL EXITO UN FR,AC,ASO CoNSIDERACIÓN. ...:....,a) .Pongamos un ej,emplo. Un predicador agrada, tiene nutridos aplausos y una gran aceptación; se apiñan las multitudes en torno de su púlpito y se admiran sus ideas, su estilo, su ,exiposición; sus sermones son el tema de todas las •conversaciones y d•e todas partes ,es solicitado. ¿Es ,esto ya un éxito? El mismo pre– dicador quizá lo cree así y los hombres, y hasta sus cohermanos hab1an de ,elló como de un éxito, de un éxito brillante. En realidad puede ser sólo un 1 éxito aparente. Para un éxito o fracaso de la predicación de la palabra divina no es d•ecisivo que agrade a los hombr-es, sino que los convierta y haga mejores y más piadosos; ni tampoco ,que sea un placer para sus oídos, sino alimento del que vivan las almas ('.l\,ft.., 4, 4}. Pero este verdadero éxito dista mucho de ser verídico a ,causa solamente de los aplausos de los hombres. Con razón se ha dicho: El sermón más. eficaz es aquel después del cual la gel;lte va en silencio a casa. Por consiguiente, el llamado éxito .Puede ser ante Dios un rotundo fracaso. b) Otro caso. Un predicador ·ueva las gentes al comesonario ya11 comulgatorio, suprime abu– sos y escándalos y fomenta y el,ev;a, manifi~s,– tamente la vida moral y religiosa de sus ,oyentes. Es ciertamente un éxito, aun medido con la escala divina. ;Pero ¿puede siempre ,el predica-' dor anotar como suyo este éxito? ¿No puede ser éste para él personalmente un fr.aca¡;o? Nuestro Padre San Francisco nos da Ja res.., puesta : «H:ay muchos frailes que cuando al p11e•– dicar al pueblo observan ·que algunos quedan -345-

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