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I ministros de la divina justicia y tam~ién de su misericordia para que mir,en por la gloria divina y la salvación de las almas. Por tanto, deben sobresalir en· todas Ias virtudes, pero de una ma– nera especial debe brillar en ellos un ardiente amor de Bios y ,el celo de las almas; una caridad paternal, para que no· procedan con rigor, dis– gusto o impaci-encia; fortaleza y magnanimidad, porque, como dice San Agustín, buena es Ja mi– sericordia, pero no debe usarse contra justicia; castidad y modestia angeJi.cales, para qué ellos no manchen su alma ,caando ·tratan de limpiar las impurezas d,e los otros» (124). Por ,eso tam– bién la exhortación a los superiores a la ·cuida– dosa vigilancia de los ,confesores súbditos su– yos (125). J\.PLICACIÓN.""'--iiSeamos • confescn::es .. consci-entes de nuestra responsabilidad! Esforcémonos, por satisfacer ·cumplidamente nuestra r,espo:11sabili– dad ante Diqs por medio del estudio, de ser ac– c,esHqles ,a Ja consulta 'Y consejo por, ,medio de una ·seria aspiración ,a la virtud y mucha ora– ción, y también por amor a las almas por nos– otros asesorad•al'h: Acordémonos siempre de las consoladoras pa1abras: Misericordia .tua •. subse– quetur me omnibus, diebus vitae meae. (Tu bon-· dad y benevolencia me acompañan todos los días d,e mi vida)· (S,lm.' 22, 6). Los· hermanos legos pueden ayudarnos.· <Hrec.:. tamente a nevar esta r,esponsabilidad con •sus oraciones y sacrificios, y esto con tanta mayor razón cuanto que ellos mismos son Jos primeros participantes de las bendiciones de nuestro mi~ nisterio de .. ,confesores. PETICIQNES.---«Dios (,i,e mis padr,es y Señor de la misericordia, dame la sabiduría asistente de - 342-

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