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\ otro sacerdote, no sólo no rebaja el don miseri– cordioso, sino que ·lo hace parecer más grande, descubriéndose así mejor a través de la frágil criatura la mano de Dios por cuya virtud se obra el portento» 29 • a) Y no solamente desterramos la muerte 1del pecado del alma de los hombres con la palabra poderosa· de la absolución, sino que también, como órganos del Espíritu Santo, despertamos en ellos una vida nueva, divina, sobrenatural, les dévolvemos la filiación ·divina p,erdid,a y el detecho a lá heren,cia eterna de Diós. tQUé mi– lagro que el alma se sienta como resucitada y que en cella entre una profunda :pá'Z divinai'Le hemos devuelto ciertamente toda la rtqué:z1a dé srt prim.eta tégeneración por las aguas del lfau.:.. tismo, el fruto de la muerte de Cristo en la cruz. Y si un alma no necesita de la reanima– ción; entcmccs la coniunicádóñ de la gtácHa:sig– nifica mi aumento de vida, un ahondamiento en el trato, con Dios, una curación y santiffcá:'... ción. - · b) No sólo en cuanto a la parte sacramerifal, sino~también en cuanto a la parte e,ducátivay de la dirección de las almas, nuestro ministerio de. confesores es ·algo muy• importante y e~celsÓ. Precisarmé'nte se ha llamado a la confesión el al:riUt de la dirección. Esta se hacé e:ntónces en"." t-eramente personal, instruimos, aconsejamos y guia.mos. a las ;almas ,en iJ.as difi.culta,des. circuns– tancias y necesidades de la vida del todo fon– cretas,. y .,esta direeción de las aimas tiene una consagración sacramental, es una direcctót1 _di– rigida y qúerida por Dios. ¡A cuántos horilbr€s ha preservado el ,confesonario de' la ,cíeses:o,eni,– ción ! ¡ A ,cuántos ha llevado a la cumbre de la - 339 -

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