BCCCAP00000000000000000001350

del Señor, pan del cielo y alimento de las almas. La crítica de la predicación sea siempre respe– tuosa, imparcial y caritativa. El ,Aipóstol nos exhortaba también a recordar con agradecinüen– to a quienes nos predicaron_ la palabra de Dios (Hbr., 13, 7). /1 nosotros que ejercemos, o hemos de ejercer un día, ,e¡ milli.sterlo de la predicación, antme– nos una santa convicción de la responsabilidad que nos agu;i.jqne a una seria preparación por medio del estudio, de la oración contemplativa y del trabajo ascético, y nos estimu}e a un celo incansable hasta ,q:ue ,estén agotadas nuestras fuerzas. Es·co:0.movedor lo que el seráfico Doctor refiere acérca de los últimos días de la vida de nuestro santo Padre: «Francisco, crücijicado ya con Cristo lo mismo en·· el cuerpo que ,en el es– píritu, no sólo ardía en encendido amor de Dios, sino que deseaba con vivas ansias, como Cristo, la salvación de todos los hombres, No pudiendo andar, se hacía llevar, poco menos que moribun– do, por las ciudades y los pueblos, para animar a los demás a abrazar la cruz ,con Cristo. No hay lugar .al temor y· desidia donde el aicicate ·<lel amor impulsa si.empre a obras mayores» 4 • Di– gamos 'C-On San Pablo: «Mientras sea apóstol, haré honor a mi ministerio» {Rom., 11, 13). PETICIONES.-¡ Oh Dios rnío !; gracias te doy porque con tanta fre,cuencia has sembrado en mi aJma la semilla de tu, divina palabra. Haz que allí dé ricos frutos de vida eterna. Llena de tu Santo Espi.ritu a todos los predicadores de nuestra Orden, para que sin temor prefü.quen tu palabra. Haz que lo que siembran con lá– grimas, lo rec,ojan un día con grit-0s de jú– bilo! -325-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz